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El hilo fantasma

Construir, crear, diseñar una obra de arte no es tarea que se suscriba al tiempo exacto en que esa obra se desarrolla materialmente; cada obra trae consigo una historia de aciertos y frustraciones, ensayos y errores, trabajo incansable, reflexión, años de experiencia. Para la mirada atenta que busca una lectura más allá del primer impacto, la obra se revela como un corpus de experiencia acumulada, la cual no podemos más que intentar comprender, sin lograrlo nunca plenamente porque el lenguaje del arte se nos escapa de manera constante. Entonces lo que percibimos es un todo que nos impacta sensorialmente, intuitivamente, nos emociona, nos agrada o nos repele y más allá de ese intento por explicar la emoción, no podemos decir nada. Sin embargo, detrás de ese bloque de sensaciones, hay mucho trabajo para poder dar con esa pieza única que conmueve.
 

Todo esto se puede ver claramente en el trabajo de la artista plástica Mariana Brea, quien se apodera de su entorno de crianza en plena naturaleza misionera y combina ese impacto abrumador de una flora exuberante con su destreza en el campo del diseño de indumentaria. Sus piezas son elegantes, sutiles, combinan paletas equilibradas de colores y valores, aparece el trabajo guiado por patrones y módulos, la geometría abstracta que contiene los volúmenes y una línea que se hace presente de manera sistemática como una suerte hilo fantasma que pareciera coser cualquier materialidad que Mariana elija para trabajar. Basta con dejarnos guiar por ese hilo conductor para encontrar a través de las distintas series de su trabajo, una sistematicidad y unidad tanto estética como conceptual, a lo largo de los años. Entonces las obras claramente son "distintas", pero también claramente son todas pensadas por la misma mente creativa.


Quizás el carrete comienza con la serie de las Manchas y Líneas (2013) donde la técnica mixta dibuja estructuras aparentemente caóticas que se diluyen en el papel. Es interesante observar en estos trabajos "pioneros" ; la aparición de esa línea, ese hilo que se esconde en formas retorcidas pero siempre armónicas, contenidas y equilibradas.
 

A pasos de esa experiencia, las obras en papel, monocromática, a puro grafito de la serie Largos y Sinuosos (2014-2016), ya presentan muchas de las características que luego se verán replicadas en la producción más reciente de la artista. Con una certera referencia a lo femenino, el figurín revela el conocimiento del dibujo propio del diseño textil, aparece destacada la línea que construye la ropa, el pelo, el contexto envolviéndolo todo. El papel siempre será un fiel compañero de la artista, siempre estará presente como soporte que evidencia la sutileza y la delicadeza de lo que se representa y que demanda ser tratado plásticamente, de la misma manera.


Es la serie Vestigios del Paraíso (2016-2017) donde la abstracción toma la posta y aún frente a la presencia de motivos concretos referentes a la naturaleza, el todo no remite a lugares específicos y floras reales sino que -una vez más y lo que será una constante en su obra- la técnica mixta y los papeles se asocian para reelaborar, entre "erosiones y delicias", parafraseando algunos títulos de las obras, la selva propia de la provincia de Misiones.


En El Espíritu de las Formas (2014-2018), la obra empieza a abandonar el plano. Esa abstracción atravesada por lo ornamental se transforma en un collage donde prima la superposición de papeles, texturas, donde el juego cromático pide abandonar el soporte lentamente siendo los Capullos quienes darán pie a la serie Racimos de una Galaxia Perdida (2018-2020) donde ya el volumen pasa del "bajo relieve"; a constituir grandes objetos escultóricos de acetatos, papel poliéster metalizado, gelatinas de iluminación,
radiografías que algunas veces permanecen contenidos en cajas acrílicas, pero otras veces se presentan como instalaciones, esculturas blandas que habitan y gravitan en el espacio físico que comparten con el espectador.

 

Un verdadero "magma"; que condensa una naturaleza ya estilizada pero además pareciera vincularse íntimamente con la serie Ocaso Natural (2019) donde la planimetría de lo velado, la niebla, la abstracción corporizada en una suerte de humo, cobra finalmente tridimensionalidad en estos enormes racimos que respetan la paleta y las formas de esos "espíritus"; encriptados en el papel.
 

Unas palabras finales deben hacer referencia a la serie Organicidad Metálica (2019-2020). Y destaco este trabajo porque se produce al tiempo que escribo, porque es hoy por hoy, uno de los escenarios elegido por la artista. Un escenario donde esa línea, esa textura visual delicada y sutil presente en los primeros trabajos, se combinan con el volumen y se despoja de la referencia natural explicita aún en la elección de la paleta la cual se sintetiza en colores plenos, brillantes, cuasi industriales, raramente encontrados
en la naturaleza. Sin embargo, ese hilo conductor, ese fantasma no desaparece jamás en la obra de Mariana Brea sino que mantiene presente en las formas, los soportes, la sensualidad femenina de la línea, la costura sugerida de la trama y, como dice la artista: "la pintura con papeles y el dibujo con tijeras".

 

Lic. María Carolina Baulo
Febrero 2020

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